El otro día estaba viendo la final del Grand Slam FIVB World Tour de Klagenfut (Austria). Fue uno de esos actos que hacemos los chicos algunos fines de semana quedándonos sentados ante el televisor durante horas viendo deporte de cualquier clase. Y fue sorprendente la cutre-animación que tenían liada en el partido.
El partido fue a 3 sets, con el siguiente resultado: 21:19, 18:21, 15:9. Es decir, hubo unos 100 puntos. Pues entre punto y punto la organización ponía música. No llegué a fijarme, por esas cosas que tienen los mediodías que a veces pierdes puntada de lo que estás viendo, si todas eran diferentes o no pero ya hubiera sido el colmo. No sé cómo afecta tanta música a la concentración de los jugadores o es que igual ya están hechos a este tipo de juego-espectáculo.
Cuando sonaba la música todo el público hacía una coreografía, sencilla pero coreografía, moviendo los brazos, volteando unas manos gigantes y cosas así. Es increíble lo que somos capaces de hacer en un sitio de estos. Luego te propone tu pareja de ir a bailar y le mandas a paseo. Y en el vóley playa, que pagas la entrada, encima pones tú parte del espectáculo gratuitamente.
Otra parte importante del espectáculo del partido fue el comentarista de Televisión Española. Que el vóley playa es un deporte moderno, para gente joven y todo este tipo de cosas es aceptable. Pero de ahí a utilizar expresiones como: “el acróbata éste…” (refiriéndose al piloto de una avioneta que hacía piruetas como parte del espectáculo), “wuala!!!”, “zas en toda la boca” (al remate de uno de los jugadores), “corriendo como gallina sin cabeza” (cuando uno de los jugadores no llegó a un remate del equipo rival) no parece muy normal ni profesional.
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