miércoles, 22 de junio de 2011

Los indignados de los indignados

Interesante movimiento el iniciado el 15 de Mayo de este año por personas que mediante la ocupación de las plazas centrales de las ciudades y pueblos de toda España protestaban por el sistema político-financiero de este país.

Pero este artículo no hablará de esos indignados sino de los otros indignados, aquellos que continuamente están lamentándose del sistema pero que en cuanto alguien intenta expresar esas mismas quejas protestan enérgicamente por la ocupación de una plaza.

La principal cualidad de estas personas es la queja: se quejan por el sistema y a su vez se quejan si un grupo invade una plaza intentando cambiar ese sistema... Es obvio que con esta actitud su problema no es el sistema con el cual se están finalmente alineando ya que se avienen al sistema que teme las concentraciones aunque sean pacíficas, que permite los golpes a los concentrados, etc.

Por otro lado está la falta de propuestas de estas personas: cierto es que el acomodamiento general es grande, pero quizá una forma muy sencilla de apoyar sería no criticar a las personas que con su tiempo y esfuerzo intentan un cambio.

Y realmente lo que más preocupa es pensar que estén tan indignados porque alguien ocupa una plaza por la que llevan meses sin pasar y por la que posiblemente seguirán sin pisar por mucho tiempo. ¿Cuál es realmente la preocupación? Personalmente me pasé por la Plaça de Catalunya de Barcelona el viernes 3 de Junio y pude caminar perfectamente por la plaza sin ningún tipo de problema.

Es difícil de entender cómo se va a cambiar nada cuando se tiene la piel tan fina. ¿No se justifica de sobras la ocupación de una plaza si con ello se consiguiera cambiar, por ejemplo, la ley electoral, la remuneración/pensión de los políticos y/o el control que las empresas financieras ejercen sobre los mismos? En mi opinión es un coste más que justificado. Imagino lo que piensan muchos de estos indignados de los indignados: “estas ocupaciones no servirán de nada”. Quizá lleven razón; pero el derecho al pataleo es casi la única medida que nos dejan las estrechas normas que nuestros políticos han creado.

1 comentario:

  1. Muy buena tu reflexión. Aquí lo que hay es mucho lirili y poco lerele. Si no nos levantamos, ¿qué nos quedan? Ya no nos pueden pisar más. Tenemos que unirnos todos en esta gran causa y luchar por un futuro más justo, por nosotros y por nuestros hijos.
    Un abrazo!

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