Ayer asistí a un concierto del
grupo Tachenko. En realidad no fuimos a este concierto llamados por este grupo,
que era el central, sino porque de telonero había otro que se llama Maronda que
era el que nos gustaba de verdad. Además también les acompañó (con dos
canciones propias y dos canciones de
Tachenko) un tal Fernando Alfaro.
El concierto fue raro en muchos
sentidos y de ahí el sentido de esta cita. Para comenzar indicar que estuvimos
cenando con ellos, es decir, a 2 metros de ellos en el mismo bar. Cómo vamos a
lamentar no haber hablado con ellos si algún día se hacen muy famosos. Entramos
a la sala (sin ninguna aglomeración, por cierto) y observamos que habían
colocado sillas. Bueno, pensamos, más cómodos ya que suponíamos que un
concierto con 3 artistas podía ser largo. Nos sorprendió porque Tachenko es un
grupo de pop ideal para estar bailando un poco. La razón de las sillas la
comprendimos más tarde cuando vimos que ni tan siquiera las sillas estaban
ocupadas.
Los primeros en salir fueron los
propios Tachenko. Otra curiosidad porque no salieron primero los teloneros sino
ellos. Es decir, los teloneros no eran teloneros en sí sino más bien artistas a
los que les dieron la oportunidad de tocar algo para darse a conocer pero sin
prepararles el escenario en absoluto. Esto resultó ser algo decepcionante para
nosotros ya que la actuación de nuestro grupo preferido de ayer, Maronda, no
destacó mucho y fue muy corta.
Tachenko, además de tocar,
ofreció la posibilidad de hacerles preguntas; sacaban una sillas, una mesa con
vino, copas, cervezas y algún whisky y ofrecían la posibilidad al público de
preguntarles. Yo nunca había visto esto. Pero resultó agradable porque a la
gente se le va tanto la pinza que te acabas riendo y porque Sergio Vinadé (voz
principal) es un cachondo. Algunas preguntas de ejemplo:
- a Sergio Vinadé: “oye, ¿estás realmente en el facebook o no? Es que te escribo y no me respondes”.
- En la segunda sesión de preguntas y dirigida en general al grupo: “Es que acabo de llegar del curro y me gustaría saber qué habéis hecho hasta ahora y si os lo habéis pasado bien y tal”. En fin, el resto de gente nos partíamos la caja.
- Esta vez dirigida al público que había sentado en las sillas: “¿Por qué no quitamos las sillas y bailamos?”. Los que estábamos sentados pasamos de la chica que hizo la pregunta.
Así fue discurriendo el
concierto, con poca animación en general, pero realmente muy agradable por la
música en sí (al final nos gustaron bastante), la cercanía, el formato y las
risas. Estos conciertos son otro mundo.