miércoles, 14 de septiembre de 2011

Momentos playeros


Qué bien cuando llega el verano y podemos disfrutar de la playa. Todo un largo invierno esperando el momento de remojarnos un rato para apaciguar el duro calor de los meses de verano.

Cuando llegas a la playa localizas el lugar donde ponerte pensando en que ese es el mejor de los que queda. Y estas contento con el sitio hasta que empieza a venir la gente “tardía” queriendo ponerse en el sitio que había libre hace 2 horas pero en el que ahora queda ese escaso par de metros hasta el vecino. Tú empiezas a pensar: “pero muchacho, ¿no ves que no cabes ahí?”. Siempre piensas que se dará cuenta y que no se embutirá ahí pero no se da cuenta y lo hace. Así que sólo te queda el remedio de estirarte al máximo para intentar que su toalla no llegue a tocarse con la tuya.

Ese es un posible ataque. Otro es el del que planta la sombrilla tan cerca que incluso cuando el sol está arriba del todo su sombra te tapa. Y eso no es lo peor; lo peor es cuando ves que él se pone al sol y no utiliza la sombrilla en absoluto.

Las sombrillas también se pueden convertir en un elemento peligroso. Qué mala es la combinación de sombrilla mal plantada y un poco de viento. Esa sombrilla que vuela y que cualquier día se clavará en la espalda de algún despistado que toma el sol. El colmo de este suceso es que se vuele tu sombrilla cuando estés en el agua y necesites un buen rato para salir ya que con los nervios no eres capaz de acompasar respiración y brazadas para nadar y piensas: “para qué coño hice los cursillos de natación”.

Otra cosa que mola es la sombrilla – antena parabólica. Me refiero a esa sombrilla que se da la vuelta cuando sopla un poco de aire. Es ridículo.

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