jueves, 8 de septiembre de 2011

Mosquitos, lo peor del verano


La otra mañana había un mosquito en la inmaculada pared blanca de mi habitación. Ya habría hecho toda su faena pero pensé en matarlo igualmente para que a la noche siguiente no siguiera maltratándome (que fuera otro si acaso, que en la variedad está el gusto).

La cuestión es que fíjate como estaba de lleno (de mi sangre, era un mosquito sangre de mi sangre) que al intentar matarlo con la clásica palmada a unos 2 centímetros de la pared por si salía volando el tío va y ni se mueve. En el segundo intento de palmada he tenido que pegar literalmente los cantos de las manos a la pared para matarlo. Lo conseguí y me quedaron las manos llenitas de sangre, de mi propia sangre.

La diferencia de velocidad del mosquito cargado al mosquito descargado es tremenda. A final de la tarde, cuando aparecen, es imposible matarlos con las manos de rápidos que son. Sin embargo por la mañana no son capaces ni de moverse, como el ejemplo que ya he comentado.

Recuerdo cuando compré el piso que fui a preguntarle al presidente si podía instalar mosquiteras por fuera de las ventanas y persianas. Me dijo que sí podía pero que en esa finca (a pesar de tener piscina) no era necesario, que no había demasiados. En fin que me fié y pensé: “Bueno, si este verano hay mosquitos las puedo instalar otro verano”. La cuestión es que en el mes de Marzo ya tuve mosquitos y desde entonces todavía flipo con la respuesta del vecino. Así que, efectivamente, he constatado que hay mosquitos: he pasado el verano lleno de picadas.

Lo terrible es que no hay herramienta útil contra ellos a pesar de que estamos en el 2011. Por las noches duermo con un aparato Fogo eléctrico para que no me piquen, pero ni así. Ha habido mañanas en las que lo he podido constatar: con el aparato incluso me han picado y se han quedado en la habitación bien vivitos y coleando.

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